“¿Basta que una empresa se formalice para que la productividad de sus trabajadores aumente? Evidentemente que no. Ni siquiera esperando un tiempo prudencial para ver si ese aumento se materializa”.

“Establecido ese hecho, viene la pregunta: ¿basta que una empresa se formalice para que la productividad de sus trabajadores aumente? Evidentemente que no. Ni siquiera esperando un tiempo prudencial para ver si ese aumento se materializa.

Piense usted en lo siguiente, solamente como una posibilidad. La distribución de los trabajadores entre formales e informales no es aleatoria, no es fruto del azar o de la casualidad. Podría ser que las empresas formales, que son las que pagan mejor, buscan y contratan a los más productivos. Los menos productivos acaban en las informales.

Y aunque las empresas para las que trabajan se formalicen, seguirán siendo menos productivos. En otras palabras, las causas de la baja productividad podrían estar en la persona, no en el tipo de empresa.

O quizás estén en las habilidades empresariales de quienes las dirigen. Así como hay unos entrenadores mejores que otros, hay también quienes saben cómo dividir las tareas, cómo repartir responsabilidades para que los trabajadores sean más productivos.”

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