Pedro Navarro, 24 de enero de 2002

ACTUALIDAD ECONÓMICA – Opinión

 

La inversión en Tecnologías de la Información es el factor que más empuja la tasa de crecimiento de la productividad del trabajo, tasa muy baja en España.

Un reciente artículo de Laura Tyson publicado en Enero en Business Week comentaba la debilidad de la economía europea comparada con la de Estados Unidos. Su opinión es doblemente importante porque no solamente es Dean de la prestigiosa London Business School sino al ser americana observa la situación de la vieja Europa desde aquí pero con una perspectiva más amplia. Su artículo hace referencia a un paper publicado por el Board of Governors of the Federal Reserve System –International Finance Discussion Paper nº 727 firmado por Christopher Gust y Jaime Marquez– que analiza la evolución de la productividad en varios países, buscando las causas detrás de las diferencias.

El incremento de productividad en una economía desarrollada es uno de los factores más importantes a potenciar ya que es la llave del crecimiento del PNB, permite el crecimiento real de los salarios sin crear inflación y se traduce en aumento de la competitividad. La evolución de la productividad fue muy positiva para España durante el periodo 1981 a 1995, con un crecimiento medio anual de 3,4%, por encima de Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Italia, Gran Bretaña, Australia, Canadá y un largo etcétera. Sin embargo durante el periodo 1996 a 2000 el crecimiento ha sido únicamente del 0,7%, por debajo de todos los países citados y de muchos otros, datos fuente de la OECD.

El paper del Federal Reserve analiza la correlación existente entre el crecimiento de la productividad y varios factores entre los que destacan tres: la protección del empleo, la burocracia administrativa en la creación de empresas y las inversiones empresariales en Tecnologías de la Información. Para analizar la protección del empleo, durante los años 1990 y 1998 define un índice comparativo por países –basado en datos de la OECD que tiene en cuenta la legislación sobre despidos, los costes del despido y la normativa para la contratación de personal eventual– donde los países del Sur de Europa –Portugal, España, Italia y Grecia– aparecen con el nivel más alto de protección, para ambos años. No obstante con las últimas reformas del empleo, posteriores al año 1998, se mejoraría el posicionamiento de España en este índice. Para analizar la burocracia administrativa en la creación de empresas el paper tiene en cuenta las encuestas a ejecutivos del World Competitiveness Report 1993 y del Global Competitiveness Report 1998. España aparece el peor, juntamente con Italia, para 1993, pero experimenta una considerable mejoría para 1998 donde está a la par de países como Alemania y Japón, aunque mucho peor que Estados Unidos, Gran Bretaña, Australia, Canadá, Irlanda y bastantes más.

El tercer factor analizado, la inversión en tecnología, es diferente a los otros dos en que no depende de la legislación ni de los gobiernos, sino de la voluntad de los empresarios en invertir. Además el mismo paper defiende que este factor puede no ser totalmente independiente sino a su vez dependiente de los anteriores. En otras palabras, la inversión en tecnología incrementa la productividad del trabajo, pero si no hay facilidad para reducir la fuerza laboral puede no ser rentable dicha inversión. La inversión en tecnología es medida por la inversión en hardware y software –datos IDC– como porcentaje del PNB, para los periodos 1992–1995 y 1996-1999. España aparece como el país más bajo, juntamente con Italia, para ambos periodos, sin llegar al 1%, mientras que Estados Unidos roza el 2,5% para el segundo periodo.

Aceptando la tesis de que la mayor inversión en Tecnologías de la Información genera incremento de la productividad del trabajo, tesis demostrada en el citado paper, y que además es muy razonable, preguntemos ¿qué puede hacer España para conseguir el muy necesitado incremento de su productividad? Es importante que la Administración continué simplificando las trabas burocráticas y flexibilizando el empleo, pero urgen acciones específicas para empujar las inversiones en Tecnologías de la Información y no es un problema de incentivos fiscales sino de mentalización de los empresarios. El escepticismo o desinterés hacia estas inversiones mantendrá a España y sus empresas en una bajísima tasa de crecimiento de la productividad.

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